III Conversaciones Siso-Villacián

Y de nuevo, por tercera vez consecutiva, un heterogéneo grupo de exiliados de la ciencia del «cientismo», se reunió más acá del telón de grelos, para hablar, como siempre, de la locura. El título: «Exilia­dos de la palabra». Los exiliados: los locos. Exiliados hablando de exiliados, pero de otro tipo de exilio. De ese destierro que es la locu­ra, donde el deportado no entiende de exilios intermedios, de dialéc­tica, ni de fórmulas de repatriación. El formato: lo que se «apalabró» hace ya tres años: una fórmula que permita registros múltiples desde diferentes campos del saber. Psiquiatras, psicólogos, psicoanalistas, historiadores y filólogos. Dos mesas, dos casos clínicos y una mesa sobre la formación psicoanalítica de residentes «psi» dieron forma a la jornada.

De entrada, una declaración de intenciones: los exiliados del «sensaciencionalismo» se declaran en rebeldía y, de la mano de un clásico como es Fernando Colina, fundan «la Otra psiquiatría». Otra forma de escuchar al sujeto enfermo, otra manera de entender el síntoma y de vivir con el loco. Si bien, de momento, esta Otra psiquiatría, se pre­sentará de cara al público en formato colección de libros. Inaugurando esta colección: José María Álvarez con Estudios sobre la psicosis. Como segunda entrega: Los escritos fuera de sí, de Sergio Laia. Después de este ilusionante arranque, Luis Vila y Ramón Area perfi­laron un repaso de la situación de la gestión de los locos. De fondo un epígrafe: «Gestión de residuos». Colorista metáfora del paisaje institucional. Por lo menos sonrisas desde el naufragio. Acto seguido, Chus Gómez, desde la espesura de la clínica lacaniana, nos habló de «Suplencias». Las diferentes formas del loco para arreglárselas con el destierro. Cómo hacer lazo social y vivirlo desde la más absoluta de las soledades. Real, Simbólico, Imaginario envueltos en el denudado (m)nudo borromeo. El talento de Chus Gómez deshaciendo los nudos de tal forma que hasta las vacas de la finca de al lado, comprendieron los rigores conceptuales de la teórica lacaniana. De regalo, además, un caso clínico para morderse la lengua.

En medio, tiempo para pausa, café, abrazos, saludos y presentacio­nes. Viejos amigos, reencuentros, exilios interiores y ex-nihilos supe­riores con nuevas ilusiones. San Clodio, mientras tanto, absorto en sus oraciones, no comprende como en un «congreso» los asistentes apuran sus tentempiés y vuelven raudos a las presentaciones. Gran asistencia y gran presencia. Los fugados (pocos) se arrepintieron.

Proseguimos la mañana, con una visita fascinante: Enrique Bernár­dez, catedrático de filología de la Universidad Complutense, nos enseñó delicadamente qué son esas palabras de las que tanto habla­mos y en las que los locos se extravían. Acto seguido, Santiago Lamas, Jefe de Servicio de Psiquiatría en Ourense, y hombre que se ha leído «todo», repasó, entre «Trazas y trozos», su ya legendario matrimonio con la locura, los manicomios, el saber y las palabras. Para terminar esta fructífera mañana, Rafael Huertas, historiador del CSIC en Madrid recorrió desde el sugerente nombre «Asilos para locos: laboratorios sociales o espacios de exclusión», la historia del tratamiento asilar de la locura.

A la tarde, cambio de tercio: «La formación psicoanalítica del psi­quiatra y psicólogo clínico». En primer lugar, Javier Oncins, director del psiquiátrico de Teruel, y reciente incorporado a estas lides, comentó la fascinación que le producía este encuentro y la necesidad del psicoanálisis en la formación de los profesionales de salud men­tal y, su vigencia y actualidad en las instituciones. En segundo lugar, Jesús Morchón, director del Hospital Santa Isabel de León, recordó los personales hitos de su formación como residente en el Psiquiátri­co Villacián, y rememoró cómo se impregnó, en esta formación, de un amor al saber y al psicoanálisis, que, de alguna manera, ha influi­do en su día a día y en la formación de sus residentes. Finalmente Ana Castaño, psiquiatra, psicoanalista y Jefa de Servicio en Moratalaz (Madrid), desde una perspectiva más clínica, dio cuenta de las posi­bilidades y necesidades del psicoanálisis en la institución.

Para terminar dos valientes residentes presentando dos casos clínicos. Primeramente, Juan de la Peña, residente en Psiquiatría en el Hospital Gregorio Marañón, nos ofreció el relato de una brega de meses para sostener a una paciente psicótica obstinada en no comer para no ser envenenada. La escucha, la prudencia y la consecución de un pequeño lazo evitaron su internamiento ad eternum. Enfrente, como moderador, Roberto Martínez de Benito, psiquiatra del Hospital Santa Isabel de León, alabando y cuestionando delicadamente los avatares de este caso. Inmediatamente y, constreñidos por lo finito del tiempo, Rubén Touriño, residente de psiquiatría en Ourense, dio paso a otra historia de la psicosis de los mil diagnósticos y los padres imposibles. Relato de óapostar por el sujeto desde la institución. Valiente apuesta y valiente apoyo de su psiquiatra adjunta y supervisor, Chus Gómez. Enfrente, Luciano González, psiquiatra y psicoanalista de Orense, elucidando los pasos y momentos clave del proceso.

Finalmente, y apurado ya el tiempo, Ramón Esteban, psiquiatra del Psiquiátrico Villacián, tuvo que reprimir su afilado y riguroso verbo, y presentar fugazmente el citado libro de José María Álvarez Estu­dios sobre la psicosis e invitarnos, raudamente, a pasear por la refi­nada prosa de Fernando Colina en su Deseo sobre deseo. Quizás el único dislate del evento fue que, en este deslizamiento de relojes, nos perdimos a Ramón Esteban y, tal vez, una presentación más amplia de los libros, y la posibilidad de una discusión sobre lo dicho en las jornadas.

Pero en fin, después de todo, como siempre, mil preguntas en los pasi­llos y mil respuestas entre los platos. Y sobre todo, inundando el rumor del convento, la sensación de haber participado en el momen­to fundacional (y ya van tres años germinando) de algo desde el deseo y desde el saber. Algo que hace mella, que da lugar y que no sabemos muy bien lo que es pero que sabemos lo que no es.

Vigo 12/09/06

Por Javier Carreño Villada

Fuente: SISO/SAÚDE, Nº 43 – Otoño 2006