Periodista: Muy buenas tardes, supervivencia, sacrificio del placer y pérdida del sentido de la buena vida. Así es el mundo que vaticinan algunos filósofos después de la pandemia del coronavirus. Sobrevivir dicen, se convertirá en algo absoluto, como si estuviéramos en un estado de guerra permanente. El Covid además de las secuelas físicas también está dejando secuelas psicológicas y hemos invitado a un psicólogo clínico, a José María Álvarez para reflexionar sobre estos asuntos. Trabaja en el Sacyl en salud mental y es coordinador, tutor de psicología clínica en el Hospital Río Hortega de Valladolid. Entre sus libros cabe destacar La invención de las enfermedades mentales Estudios sobre la psicosis.

Nos vamos a quedar con algunas de sus reflexiones, dice que:

  • La locura es nuestro punto de partida y la cordura algo a conquistar.
  • Para crear es necesario estar un poco fuera de sí.

José María Álvarez, muy buenas tardes.

JMA: Buenas tardes.

Periodista: En tiempos de pandemia como el que estamos viviendo ¿Hasta qué punto la incertidumbre puede ser la base de la depresión?

JMA: En tiempos de pandemia hay sobre todo incertidumbre. La incertidumbre puede derivar en cuadros depresivos, angustia, ansiedad, irritación, ira, cólera… sobre todo mucha inseguridad y en un estado de duelo porque hay una sorpresa en lo que estamos viviendo ahora. En el mundo que vivimos nosotros, que es un mundo  muy seguro, muy estable y hemos perdido, vamos perdiendo muchas cosas, por lo menos la seguridad y eso es un duelo. Perdemos a veces el trabajo, perdemos seres queridos, no podemos incluso dolernos. En fin, es una situación sorprendente para nosotros, no quizás en otras partes del mundo donde están acostumbrados a este tipo de catástrofes, pero en el mundo rico, en occidente es una sorpresa.

Periodista: Durante la crisis, el dolor y la pérdida se han vuelto parte de la vida de casi todos. Ya sea por haber perdido (lo decías) un ser querido o por perder la vida que conocíamos, laboral, social o familiar y que no hemos podido recuperar. ¿Nos enfrentamos por tanto a un duelo colectivo que necesita ser reconocido pero también ritualizado?

JM: Sí, probablemente hay un duelo colectivo que necesite ponerle su nombre, ponerle muchas palabras sin duda. Creo que hay que tener en cuenta que las respuestas de cada persona son distintas. A lo largo de todo este año y pocos meses hemos visto gente que se ha roto. Hemos visto gente que ha aguantado como campeones y sospechamos que hay gente de los que han aguantado que se romperán cuando cese la crisis, la pandemia. Es decir, que en estos momentos los que se han roto eran los más frágiles, los que han aguantado o aguantamos podemos decir que somos más fuertes. Pero nada garantiza que cuando esto pase realmente no nos venga la ola gigante detrás para tocarnos un poco y movernos los tobillos. Es decir que, por ejemplo en el ámbito sanitario las personas que están en las unidades donde hay enfermos en las UCIS o en puertas etc. son gente muy correosa que si han llegado a esos puestos es porque son personas muy preparadas, valientes, echadas para delante, con mucho amor propio. Eso no quiere decir que hasta ahora han aguantado pero vamos a ver después cuando pase todo esto y dejen de apretar los dientes a ver cómo tienen el cuello o si les duele la cabeza o no. Esa es la cuestión.

Periodista: ¿Otra de las lecturas de la pandemia es que somos frágiles?

JM: Sí, somos frágiles. La cuestión es que lo hemos olvidado o tratamos de olvidarlo a diario. Somos más frágiles de lo que queremos, de lo que creemos y en general el mundo en el que vivimos nos ayuda por todos los medios a vernos mucho más fuertes de lo que sin duda no somos.

(…)

 

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