El viernes 18 de mayo de 2007 se celebró, en el Hospital Universitario G. Marañón de Madrid, la primera Conversación Clínica organizada por el Servicio de Salud Mental de Moratalaz-Vicálvaro sobre el tema Tratamiento en la Psicosis.
El entusiasmo y la pasión despertados por una propuesta clínica y política fue lo que animó la jornada. Se trata de impulsar Otra psiquiatría, frente a la psiquiatría biologicista imperante. El origen de esta idea se encuentra en el movimiento producido por un grupo de psiquiatras en tiempos del franquismo y actualmente es sostenido por psiquiatras y psicólogos psicoanalistas que trabajan en Galicia, Valladolid y Madrid. La apuesta es encontrar una forma de anudar psiquiatría y psicoanálisis en el seno de los dispositivos públicos de salud mental.

La conversación estuvo orientada a partir de dos ideas fundamentales: impulsar el trato con el sujeto psicótico y la intervención o tratamiento en la psicosis, en contra de la idea de tratar de reducir o silenciar la psicosis, desconociendo en muchos casos el trabajo que el propio sujeto realiza para localizar el goce que lo invade. El tema de las mesas giró, de distinta manera en cada caso, en torno a esta cuestión fundamental.
Debo destacar, en primer lugar, el espíritu vivo que reinó a lo largo de la jornada. Las intervenciones fueron verdaderamente interesantes y el público, tanto los psiquiatras y psicólogos más experimentados, la mayoría miembros de nuestra Escuela, como los jóvenes médicos y psicólogos en formación, se mostraron entusiastas y receptivos.
Abrieron la Conversación José J. Melendo, psiquiatra y Coordinador Asistencial de la Oficina Regional de Salud Mental de Madrid; Ana Castaño, psiquiatra, jefa del SSM Moratalaz-Vicálvaro y psicoanalista miembro de la ELP y Juan de la Peña, psiquiatra en el SSM Moratalaz-Vicálvaro y psicoanalista. Abordaron la cuestión del trato con el psicótico, de cómo se hace en la mayoría de los casos y cómo piensan que debería hacerse.

La primera mesa redonda cuyo tema fue: Cuestiones preliminares para el tratamiento de la psicosis, enmarcó teórica y clínicamente la perspectiva desde la cual se podría pensar esta Otra psiquiatría. Contó con la presencia de Javier Garmendia, director del Hospital de día Madrid y psicoanalista miembro de la ELP; Gustavo Dessal, psicoanalista miembro de la ELP y director del NUCEP de Madrid y José María Álvarez, psicólogo clínico en el Hospital Psiquiátrico Dr. Villacián de Valladolid y psicoanalista miembro de la ELP.
Gustavo Dessal señaló que Lacan fue primero psiquiatra y que esa marca se puede ver en su enseñanza, atravesada por el problema de la psicosis. Lacan dice que el hombre moderno es alguien que ha perdido el sentido de la tragedia y ya no puede leer en el dolor los signos de la verdad. Continuó Dessal mostrando la desorientación actual, el hombre moderno ya no cree ni en la tragedia ni en el síntoma. No creen en él ni el hombre que lo padece ni el psiquiatra que, mientras la psiquiatría agoniza en los vertederos de los laboratorios, se va transformando en un iletrado del espíritu.

José María Álvarez, que tituló su intervención Sobre las contribuciones de la psicosis a la doctrina psicoanalítica, hizo un recorrido histórico, de Freud a Lacan y de la paranoia a la esquizofrenia; sostuvo que el automatismo mental está en la base de los desarrollos lacanianos sobre el lenguaje de los años 50 y mostró, desde un punto de vista histórico-poético, que las voces, que tenían una presencia cotidiana y “normal” en la antigüedad griega (el demon), se transmutaron en alucinaciones en el siglo XIX, con el nacimiento de la ciencia.

Javier Garmendia comenzó celebrando los 50 años de Una cuestión preeliminar a todo tratamiento posible de la psicosis. Luego tomó dos “casos literarios” para ilustrar dos formas de concebir la psicosis en Lacan. Un relato de G. de Nerval, Los iluminados, cuenta la historia de Raoul Spifame, un hombre que tiene un extraordinario parecido con el rey Enrique II y que enloquece creyendo que él es el rey. Tiene distintos episodios de locura y estabilización, y escribe proclamas que firma como Enrique II. El otro caso es Joyce. Un caso muestra una concepción de la locura donde hay desencadenamiento y estabilización y el otro, una locura donde hay forclusión pero no hay psicosis clínica. Ambos utilizan la escritura, pero de distinta manera. Plantea que la estabilización se puede inducir mientras que la suplencia, no. Ésta es un recurso del sujeto.

La segunda mesa redonda: La experiencia grupal en la psicosis, contó con la presencia de Domenico Cosenza, psicólogo, director de la Comunidad terapeútica La Vela, de Milán y psicoanalista de la SLP y Antonio Menéndez, psiquiatra en el SSM de Retiro y psicoanalista.
El coordinador de la mesa, Ignacio Anasagasti, psiquiatra en el SSM Moratalaz-Vicálvaro y psicoanalista, habló de su trabajo con el grupo de psicóticos en el Centro, poniendo el énfasis en que se trata de una experiencia al servicio, en última instancia, de dar valor y lugar a la palabra del psicótico.
Antonio Menéndez explicó las características del grupo que coordina en su Centro, sus criterios de admisión y las ventajas que tiene el tratamiento grupal para estos sujetos: es eficaz porque permite más revisiones, los pacientes tienen menos recaídas y mejora su funcionamiento psicosocial.

Domenico Cosenza habló de su experiencia en la Comunidad terapeútica con sujetos psicóticos con anorexia o bulimia. Caracterizó al psicótico como un sujeto que se presenta fuera del lazo social pero que, sin embargo, tiene la exigencia de encontrar a un Otro. Planteó la pertinencia o no de trabajar en grupo con psicóticos y señaló una particularidad: en estos casos la transferencia parte del Otro y llega al sujeto mientras que el saber (la certeza) está del lado del sujeto. En el caso de la psicosis con trastornos de la alimentación, el trastorno mismo constituye una solución para el sujeto, por lo tanto, la tarea consiste en permitir la regulación del síntoma y de la relación del sujeto con el Otro. Para esto es muy importante la referencia institucional porque el psicótico no cree en el semblante y necesita una frontera de grupo más real, un grupo agujereado. En ese sentido, destacó la importancia de la función tercera del equipo, que permite ir más allá de la relación especular. El equipo debe existir como sujeto, por fuera del saber absoluto, para constituirse en un lugar donde la transferencia se pueda diluir.

En la tercera mesa redonda: El “trato” con el psicótico, intervinieron Fernando Colina, psiquiatra, director del Hospital psiquiátrico Dr. Villacián, de Valladolid y Chus Gómez, psiquiatra, jefa de sección del Hospital Dr. Cabaleiro-Goás, de Orense y psicoanalista miembro de la ELP
Fernando Colina, que se definió como psiquiatra con amigos psicoanalistas, con su estilo fino e irónico, comenzó mostrando las distintas situaciones cotidianas donde se pone en juego el trato con el psicótico y dio indicaciones para sostenerlo: hay que escuchar, no interpretar; el trato es más importante que el diagnóstico, se debe tener interés en el tratamiento pero no tener ansia por curar al paciente, más bien, cierto grado de despreocupación. Recomendó respetar el trabajo autocurativo del paciente, permitir que se aferre a sus síntomas y tener un tratamiento expectante y respetuoso. Sostuvo que sin teoría no se puede hablar con el psicótico, que no hay clínica sin teoría porque ésta constituye una aproximación al loco. Elogió ciertos aspectos del modelo kleiniano y señaló algunos abusos de la psiquiatría lacaniana actual. Según él, una sola teoría no basta, sin embargo una de ellas debe ser hegemónica para orientar el trabajo clínico.

Si en la primera mesa se tomó la literatura para pensar la psicosis, Chus Gómez, que comenzó su exposición con un relato de Cortázar, hizo literatura a partir de una experiencia clínica e institucional propia, en un relato lleno de fuerza y emotividad. En su exposición contó las vicisitudes por las que pasó a la hora de hacerse cargo de un caso grave y supuestamente peligroso, a la vez que se hacía cargo de la dirección de la institución. Después de enormes dificultades, el caso sirvió de vía para abordar lo real de la institución y ambos, paciente e institución, fueron tratados a partir de un verdadero deseo decidido y un saber hacer que se fue poniendo a prueba en cada circunstancia.

La última mesa fue la presentación de un caso clínico a cargo de Cloe Llorente, MIR III de psiquiatría del Hospital Universitario G. Marañón y del SSM Moratalaz-Vicálvaro. El caso fue comentado por Pepe Eiras, psiquiatra y psicoanalista de la ELP. El cierre de la jornada a cargo de un MIR puso de manifiesto otro de los aspectos de interés de la conversación: la toma de la palabra de las distintas generaciones.
Las intervenciones brevemente reseñadas en esta nota podrán ser leídas, próximamente, en una publicación.

Por Graciela Sobral (Madrid)
Fuente: Blog de la ELP