Que en el Congreso de los Diputados un diputado –Carmelo Romero–, le espete a otro –Iñigo Errejón– la expresión “Vete al médico” como si de un insulto se tratase, tras defender que se requieren mayores recursos para la atención de las enfermedades mentales en la sanidad pública en estos duros momentos, dice mucho. Dice mucho sobre cómo no nos ocupamos o cómo nos mal ocupamos de nuestra salud mental en España. La psiquiatra Irene Muñoz reflexiona sobre este aspecto en el siguiente artículo de opinión.

Artículo de opinión. Irene Muñoz, psiquiatra

¿POR QUÉ NO NOS OCUPAMOS DE NUESTRA SALUD MENTAL?

Hace mucho tiempo que la Salud mental no es una cuestión meramente sanitaria, sino sociosanitaria y que un loco, un esquizofrénico, un psicótico si se prefiere, no es capaz de salir adelante sin un apoyo social, sin que el Estado apoye a través de recursos sociales. Hace ya mucho tiempo que se demostró que de nada sirve una consulta con cuatro paredes y un médico dentro recetando fármacos, sin una escucha y una buena relación terapéutica.

Hace mucho más tiempo aún que somos conscientes, como profesionales de la salud mental, que invisibilizar, estigmatizar y callar voces no es cosa casual.

No interesa que la mujer sobrepasada por cuidados domésticos y obligaciones laborales moleste con sus malestares, es preferible que se automedique con ansiolíticos varios. Ni siquiera tengo que nombrar al Trankimazin, orfidal, lexatin o valium.

Nos podemos remontar en el tiempo y encontrar soluciones aparentemente aún más inocuas que la sociedad ha inventado como el calmante vitaminado. Aquel producto que era un compuesto de cafeína que anunciaba un ama de casa con el slogan “feliz todo el día, calmante vitaminado te devuelve la alegría “y que la permitía cumplir con sus tareas diarias.

Escribo sobre esa mujer como podría escribir sobre la familia que no llega a fin de mes, que es desahuciada, del adolescente que decide drogarse porque atraviesa una crisis vital, de los malos tratos, del inmigrante que sufre el racismo en los pequeños actos. Hablo de los abusos sexuales, de los problemas económicos, de las pandemias, de las desigualdades, de la diferencia, de lo que se oculta, de lo que se teme, hablo del estigma de la salud mental.

¿PARAR? NO HAY TIEMPO. “DEME ALGO PARA LA ANSIEDAD”

Probablemente, volviendo a esa mujer, lo que necesitara fuera poder expresar sus emociones, trabajar diferentes aspectos que le permitieran generar un cambio en su vida, acabar con la causa fundamental y originaria de su desestabilización psíquica y mejorar desde el punto de vista afectivo de ese modo. Pero ya ven que si es largo de escribir mucho más de llevar a cabo y eso, como bien digo, no interesa.

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