En nuestro mensaje de «bienvenida» a la nueva web de «la Otra», señalábamos como uno de los objetivos importantes de este espacio el enriquecimiento y la mejora constante del mismo, expresando nuestros puntos de vista y convirtiéndonos en el eco del trabajo de nuestros amigos y colaboradores. Pero, igualmente importante consideramos divulgar posturas diferentes, críticas bien fundamentadas y hechas en base a argumentos sólidos que contribuirán a profundizar nuestro entendimiento y de los que conviene también aprender.

En este sentido, hace unos días ha circulado entre algunos miembros de «la Otra», un artículo de Germán Berrios titulado: «Acerca de la medicina basada en la evidencia» que, más allá del acuerdo o desacuerdo con la posición en el sostenida, ha recibido elogiosos comentarios y consideramos de interés.

Nos ha parecido oportuno pedir a nuestro amigo y colaborador Rafael Huertas una reflexión sobre dicho artículo y publicarlo conjuntamente con el de Berrios a modo de diálogo virtual absens corpore. Tal como dice Rafael, «La iniciativa es interesante porque Berrios ocupa un lugar muy destacado en el ámbito de la historia de la psiquiatría y de la psicopatología de las últimas décadas, su obra ha tenido una cierta influencia mediática y se ha convertido en un autor influyente, al menos en determinados ambientes psi».

Agradecemos a Rafael Huertas su colaboración.

El Comité editorial


Rafael Huertas
Sobre Germán Berrios y la MBE

Con motivo de la reciente difusión en castellano de un artículo de Germán Berrios, publicado por primera vez en 2010, sobre la Medicina Basada en la Evidencia (MBE), los colegas de «la Otra» me solicitan una reflexión acerca de la obra de Berrios en general, y de este artículo en particular. La iniciativa es interesante porque Berrios ocupa un lugar muy destacado en el ámbito de la historia de la psiquiatría y de la psicopatología de las últimas décadas, su obra ha tenido una cierta influencia mediática y se ha convertido en un autor influyente, al menos en determinados ambientes «psi». Otra cosa son los acuerdos o desacuerdos que sus planteamientos puedan generar. Mi intención en esta breve nota es problematizar algunos aspectos de la obra de Berrios y de su historia «conceptual» de la psiquiatría, siempre desde el respeto personal e intelectual que le profeso, así como aportar una pequeña reflexión que puede contribuir a complementar su discurso sobre la MBE.

La historia «conceptual» y el valor del síntoma

La llamada historia «conceptual» de la psiquiatría aboga, entre otras cosas, por una relación entre historia y clínica —de hecho, su propuesta aspira a hacer una «historia de la psiquiatría para clínicos»—; sin embargo, como se sabe, esta articulación entre historia y clínica se ha planteado también, con puntos de partida y con objetivos diferentes, desde otras tradiciones intelectuales (Bercherie, Lantéri-Laura) e, incluso, desde las propias posiciones de «La Otra psiquiatría» (Álvarez, Colina, Huertas).
En Historia cultural de la psiquiatría analicé las bases programáticas de la historia «conceptual» propuesta por Berrios, así como sus peculiaridades y las que, a mi juicio, pueden considerarse sus principales limitaciones teóricas y metodológicas. Baste aquí recordar que el esfuerzo por «recalibrar» la psicopatología descriptiva por parte de nuestro autor, tiene como finalidad primordial identificar y distinguir la «señal neurobiológica» —que aparentemente subyace en todo síntoma— de un cierto «ruido de fondo» que correspondería a elementos o factores psicológicos, socioculturales, políticos, etc. «El síntoma» —opina G. Berrios— «sigue siendo una mezcla compleja de lo biológico y lo expresivo. El síntoma tiene componentes biológicos y, aun así, cambia en el tiempo. El hecho de que el síntoma del XIX sea distinto al del XX no es, como se ha querido interpretar, una evidencia a favor de un modelo social de la enfermedad mental. Nadie puede sostener eso actualmente».
Así, los historiadores conceptuales, con Berrios a la cabeza, se mueven entre una semántica de términos cambiantes, dependiendo de la época y el contexto social, y la búsqueda de invariantes biológicas, consideradas la base de las conductas peculiares y de las alteraciones psíquicas.

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German Berrios
Acerca de la MBE

La Medicina Basada en la Evidencia (MBE) es un tema que me ha inquietado durante años. Una mirada superficial podría darnos la impresión de que la MBE es un enfoque inocente y fundamentado en buenas intenciones. Sin embargo, se trata de un engaño con una capacidad destructiva de la confianza, y que exige una crítica decidida antes de que sea adoptada por los países en vías de desarrollo. El daño que ha causado a la práctica de la psiquiatría en el mundo desarrollado puede terminar siendo irreparable.
Desde que la MBE se puso de moda, el concepto de evidencia en sí mismo fue sometido a una crítica, particularmente por parte de aquellos que discreparon con la noción de que, para ser «científica» (y por lo tanto «ética»), la práctica médica debería estar gobernada exclusivamente por Guías Clínicas [1]. Asumiendo una perspectiva etimológica y semántica, la mencionada crítica muestra triunfalmente que, a causa de que el significante «evidencia» se refiere a un ambiguo «significado», la MBE es sólo una moda confusa y que confunde.
Aunque útil, esta postura crítica es insuficiente. El talón de Aquiles de la MBE debe encontrarse en otra parte, en lo profundo del concepto de ciencia que promulga y en los vínculos que tiene con la subcultura de los negocios, la cual, desde el comienzo, ha sido su fuerza impulsora.
Si no fuera por el hecho de que la MBE está afectando negativamente la calidad del ejercicio de la medicina y la atención de los pacientes, muchos sólo querrían considerarla como un pequeño ardid neocapitalista para hacer «dinero honestamente».

Los temas de fondo

Hay poca «evidencia» disponible que demuestre que un ejercicio de la medicina basada en los lineamientos de la MBE tiene ventajas estadísticamente significativas sobre el viejo sistema que aquella remplazó (un sistema basado en la experiencia médica, en la autoridad, y en el efecto placebo generado en el seno de la relación médico paciente). Esto no es ninguna sorpresa ya que, después de todo, tal «evidencia» sólo podría ser obtenida mediante la realización de un «ensayo controlado» enorme que compare los dos sistemas, y la mayoría de las personas consideraría dicho ensayo como imposible de implementarse. Por lo tanto, estamos frente a una situación paradójica en la cual a los médicos se les pide que acepten un cambio radical en la manera en que se desempeñan en la práctica clínica (ej.: abandonar los sabios consejos de su propia experiencia y seguir ciertos dictados estadísticos impersonales) SIN que exista una base real de «evidencia», sino porque lo dicen estadísticos, teóricos, managers, empresas creadas para tal efecto (como el Instituto Cochrane) y capitalistas inversores (actores todos que, precisamente, aspiran a beneficiarse económicamente de la MBE).

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