Lo que es común a todas las cosas y se encuentra igualmente en la parte y en el todo, no constituye la esencia de cosa alguna singular.
Proposición XXXVII de la Ética de Spinoza.
Hace varias semanas me topé, de una manera un tanto fortuita, con textos y artículos de muy diversa índole que me llevaron a reflexionar sobre el tema que nos convoca para el 2º foro de la ELP: «Las servidumbres voluntarias». Mi primer pensamiento fue en torno a nuestra época que dista bastante, al menos en apariencia, de la que vivió un jovencísimo Étienne de la Boétie cuando escribió su «Discurso de la servidumbre voluntaria» en un agitado siglo donde comenzaban a cuestionarse las tiranías y los abusos del poder que impedían las libertades del individuo. Una de sus conclusiones al preguntarse por qué permanecían los tiranos en el mando la sitúa no tanto del lado de la fuerza de este sino de la sumisión del pueblo que consiente: «No se trata de quitarle nada sino de nada darle» es lo que nos propone el autor como un modo de resolución a la servidumbre.
Desde entonces se han sucedido muchos logros y conquistas en el ámbito de lo colectivo, elegimos a nuestros gobernantes y sin embargo estamos más serviles que nunca con el engaño de creer que no consentimos a las servidumbres contemporáneas siendo una de ellas no querer saber, fundamentalmente no querer saber sobre uno mismo. El amo moderno no tiene rostro, está amparado por la ciencia que en su alianza con la técnica nos conduce a sepultar lo más propio de cada uno.
Como refiere Javier Peteiro en su reciente libro El autoritarismo científico, dice: «Se abre así un camino hacia un autoritarismo científico que dirá lo que es bueno, lo que es malo, y no sólo lo que debemos hacer sino incluso como debemos ser desde la manipulación genética y conductista» o como señala la editorial de la revista Archipiélago nº 20: «Entre los dispositivos retóricos más eficaces que pone en marcha el discurso científico, están aquellos destinados a crear el efecto de realidad, a construir la ilusión de que la ilusión así fabricada es la realidad misma».
¿Que propone el psicoanálisis y que se espera de él?
Dar cabida al sujeto del inconsciente, uno por uno, para que a lo largo de su cura se haga cargo, responsable, del goce puesto en juego en sus síntomas, en sus repeticiones, en sus actos y a partir de esta particularidad, la suya propia, apueste por un deseo decidido. Para dar cuenta de esta propuesta hay, entre otras, dos fórmulas: mostrar nuestra práctica y desvelar lo que sucede a nuestro alrededor como el cuento del traje del emperador, en este caso se trataría del cuento de la ciencia que consiste en reducirlo todo a un sustrato neurobiológico en donde la causalidad psíquica no es más que una ficción.
A continuación voy a referirme a tres ámbitos que reflejan la manipulación de este Amo sin rostro al excluir el efecto de la enunciación y no tener en cuenta la subjetividad. Resulta más complejo no consentir a aquello que viene avalado por la ciencia o compromete nuestra seguridad y es precisamente en este terreno donde creo que hay que señalar desde el psicoanálisis, desde su acción y la política del mismo.
La falsa ciencia: En la revista Clínica y salud. Investigación empírica en Psicología, en un número monográfico sobre «Psicosis y esquizofrenia» quiero destacar un artículo, «ESQUIZO-Q: Un instrumento para la valoración del Alto riesgo psicométrico a la psicosis», que va en la línea de la investigación que predomina hoy en día: diagnosticar de forma precoz un trastorno psicótico y tomar las medidas oportunas, fundamentalmente medicar y reeducar, antes de que se produzca un desencadenamiento. Se están diseñando diferentes instrumentos de autoevaluación para detectar la propensión a la psicosis, lo que en la literatura se conoce como paradigma de «alto riesgo psicométrico» (Lenzenweger, 1994). El ESQUIZO-Q es una de estas herramientas de autoevaluación que consiste en diferentes ítems sobre las ideas, los afectos y el modo de relacionarse, que va rellenando el adolescente y puntuándose para luego ser validado por un experto.
Pretende ser un marcador de riesgo para la esquizofrenia «y poder ser utilizado como método de cribado psicopatológico en población adolescente en una amplia variedad de contextos: clínicos, educativos y de investigación».
El mandato a la felicidad: «Soma para todos» es un artículo que encontré en El País de Manuel Rodríguez Rivero donde a propósito de su insomnio nos habla de cómo nuestra sociedad no permite las miserias de lo cotidiano como la tristeza o la desgana pasajera, siendo imperioso buscar una pronta solución como por ejemplo acudir a la química que nos adormece para continuar con el ritmo exigido, no nos podemos detener ni un solo minuto porque se nos señalará como infelices. Esta actitud evoca en el periodista a los ciudadanos del Estado Mundial de Un mundo feliz (Huxley 1933) cuando recurrían «al ubicuo soma para combatir el tenue vacío que experimentaban de vez en cuando». También menciona la versión moderna de este fallido mundo feliz que se puede ver en un video de YouTube titulado «El marketing de la locura». En este video se pueden observar las estrategias de marketing de las grandes multinacionales de la industria farmacéutica para hacernos creer que un malestar es una enfermedad grave, un trastorno mental, que precisa ser tratado adecuadamente. Esta argumentación va acompañada por el cortejo cientificista al uso: la complicidad de autoridades reconocidas en la materia y estudios en revistas de prestigio. El resultado es que se ha triplicado el consumo de ansiolíticos, antidepresivos y el diagnóstico de trastorno bipolar en la infancia.
Protocolizar no es sin consecuencias: Una mañana escuchando la radio me atenazó una noticia que empieza a ser cada vez más habitual. Hacían recuento de las víctimas por violencia de género en lo que llevamos de año resaltando que tres de ellas tenían las pulseras de alarma y aunque habían sido activadas no sirvieron para evitar el fatal desenlace. Lo que llamó mi atención es el modo en que hacen la selección para protocolizar si se trata de un riesgo bajo, medio o alto: Unos funcionarios van rellenando con crucecitas diversas situaciones como por ejemplo si ha habido antecedentes previos de agresión por parte del supuesto maltratador, denuncias, etc., sin tener en cuenta en ningún momento cual es el relato, el modo de decir, puesto en juego. Una vez finalizado el cuestionario se pasa por una máquina que determina el posible riesgo. Estas tres mujeres estaban catalogadas como bajo riesgo.
Tras esta melange de artículos y noticias tuve un hallazgo sorprendente con unos textos que a pesar de los años transcurridos son muy acordes con los tiempos y el debate de nuestro próximo foro. En la revista Serie Psicoanalítica 2/3 aparece un artículo de José Ortega y Gasset «Psicoanálisis, ciencia problemática » del libro Ideas y Creencias donde se pregunta hasta qué punto hay ciencia en el descubrimiento del inconsciente concluyendo que se trataría de una ciencia periférica, que no es verdadera pero tampoco falsa, siendo por tanto un problema lógico. Ya desde su comienzo destaca la hegemonía de la Ciencia como el nuevo oráculo: «Como el hilo rojo que va por dentro de todo cordaje usado en la escuadra inglesa, la continuidad de la verdad, la continuidad de la ciencia penetra por todas las épocas culturales, sirviéndole de norma y señal de reconocimiento». A continuación de este artículo nos encontramos con «Discurso Psicoanalítico, Discurso Científico: comentarios a partir de Ortega y Gasset» de Jorge Alemán en donde partiendo de la difícil tarea del pensar hace un minucioso recorrido de la tesis de Lacan sobre El inconsciente estructurado como un lenguaje desde diferentes perspectivas para dar cuenta que «aunque el psicoanálisis no es una ciencia, su teoría no hubiese sido posible sin los hechos que dieron lugar a la racionalidad científica».
El psicoanálisis, de una u otra manera, esta concernido por la ciencia, no estamos de espaldas al mundo sino en él, y como señala Alemán en el final de este artículo es pertinente «mostrar que el psicoanálisis en su problemática remueve cuestiones sobre la lengua y el sujeto que la habita, que la ciencia prefiere evitar».
La clínica siempre nos trae reflexiones y es en este sentido que me pregunto, tras escuchar a dos mujeres y sus dichos, por la otra servidumbre no voluntaria que concierne al goce y tiene al síntoma como aliado.
Se trata por un lado de una mujer sometida a la materialidad pura del significante que en sus relaciones con los otros se ve avocada a insultar llevando a la literalidad su dicho «si me buscan la boca». La otra mujer con conflictos permanentes con su partenaire como un modo de no dar cuenta del No hay relación sexual discute con él porque le dice que el trabajo de ella es muy esclavo y mientras relataba esto en su sesión deslizó una pregunta «¿De que clase de esclavitud se trata?, pregunta que solo es posible que emerja si se le da un lugar a la subjetividad que porta la palabra. En ambos casos, según la particularidad de cada estructura, es posible ir trabajando sobre la implicación del sujeto en aquello de lo que padece siendo una manera para no condescender a la servidumbre.
Ana Castaño
Psiquiatra y Psicoanalista. Jefa del SSM Moratalaz-Vicálvaro en Madrid.
Miembro de la ELP y AMP