III Conversaciones Siso-Villacián
Mesa redonda II

Buenas tardes.

La psiquiatría será dinámica o no será. Mientras realizo esta afirma­ción no puedo dejar de pensar en algunos de nuestros residentes, con­vencidos de que basta con ser expertos en el DSM-IV y en unos fia­bles algoritmos diagnósticos y terapéuticos para desenvolverse en nuestra profesión. Creo sinceramente que, desde ese punto de vista, no valía la pena haber aprobado una oposición tan dura de ámbito nacional.

Según el estudio de Guimón, se registra desde la década de los noventa un descenso alarmante de las posiciones psicoanalíticas en la orientación que declaran los psiquiatras de la UE. Parece que después de la década del cerebro continúan más que nunca los esfuerzos para integrar la Psiquiatría en la Medicina o, concretamente en la Neuro­logía, a través de las llamadas «neurociencias», desde que se iniciase a mitades del siglo XIX la llamada por José María Álvarez Invención de las enfermedades mentales. Desde el ámbito de las neurociencias se llega a experimentar como una provocación que un periódico como El País dedique el pasado mes de mayo una nota en su edito­rial a conmemorar el 150 aniversario del nacimiento de Sigmund Freud. Basta con leer la carta al director que envía un catedrático de Psicobiología dos días después.

Creo que la situación actual no hay que atribuirla tanto al poderío de la industria farmacéutica como a la postura cómoda de los profesio­nales ante la demanda y ante ellos mismos: borrar todo rastro de la división subjetiva. El fármaco como salida ante la angustia derivada de la clínica, como delata José María Álvarez en su artículo «los nue­vos apestados».

Mientras nuestra especialidad en Suiza se denomina Psiquiatría y Psi­coterapia, en España no se ha pasado de incluir en el currículum unos contenidos mínimos referentes a entrevista, encuadre, transferencia y contratransferencia. Existiría una propuesta (Fernández Liria) para continuar con dos años de formación adicional en un «área de capa­citación específica» en psicoterapia. El objetivo de una formación mínima, de cualquier manera, sería convertir al residente en un mejor psiquiatra o psicólogo clínico, no en aprendiz de psicoanalista (Gab­bard), quedando como decisión personal finalizar el itinerario semi­narios-supervisión de casos-análisis didáctico.

Aunque no hace tanto tiempo que hemos descubierto en nuestro Cen­tro, inmerso en un gran proceso de cambio, el valor verdaderamente esclarecedor de las aportaciones lacanianas en al abordaje de la psi­cosis y los nuevos desarrollos doctrinales que se están gestando, me siento muy satisfecho por haber podido concurrir a este evento en San Clodio sobre «Los Exiliados de la Palabra» y me parece haber asistido esta mañana a la lectura por parte de Colina del acta funda­cional de «la Otra Psiquiatría». De hecho, también nos sentimos par­tícipes de su refundación, y estas Conversaciones son una prueba de ello, desde los hospitales psiquiátricos, aunque ahora nos quieran lla­mar en nuestra comunidad autónoma «Centros de Rehabilitación Psi­cosocial.»

Un ex-siliado.

Bibliografía

1. Álvarez JM. La invención de las enfermedades mentales. DOR, SL. Madrid, 1999.

2. Álvarez JM. «Los nuevos apestados». El observatorio psi n° 5, 2005.

3. El País, editorial domingo 7 de mayo de 2006.

4. Fernández Liria A, Rodríguez Vega B.: Formación en psicoterapia. I Congreso Virtual de Psiquiatría, 2000.

5. Gabbard, G. O., Psiquiatría psicodinámica en la práctica clínica. Editorial Médica Panamericana. Buenos Aires, 2002.

6. González Torres MA, Fernández Rivas A.: «Enseñanza de la psicoterapia psicoanalítica a los residentes de psiquiatría». Psiquiatría vol. 7, n° 2, 1995. En:

7. Guimón J, Goerg D, Zbinden E, Fischer W.: «La vigencia del psicoanálisis entre los psiquiatras». Avances en salud mental relacional. Vol. 2, n° 1, 2003.

8. Yllá L.: «Psiquiatría dinámica. Historia y situación actual». Avances en salud mental relacional. Vol. 1, n° 1, 2002.

Por Javier Oncins Mur

Fuente: SISO/SAÚDE, Nº 43 – Otoño 2006