¿Cómo conectar emocionalmente con unos sanitarios que están trabajando en una situación extrema? La psiquiatra Irene Muñoz León, junto a otros especialistas del Hospital Río Hortega, dio con la clave: dirigirse a ellos a través de ilustraciones artísticas.
Irene Muñoz León es psiquiatra y psicoterapeuta con orientación psicoanalítica y ha colaborado en la elaboración de una guía para ayudar a los sanitarios a combatir la sobrecarga emocional que están viviendo.
Lo ha hecho junto a sus compañeros del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid y ocho artistas de la ciudad: Victoria Alonso, Cinta Arribas, Eloy Arribas, Paula Domingo (La niña), Estela Labajo Duque, Ana Nan, Chucho Nieto y Pablo Saulo.
Las ilustraciones de estos artistas han servido para hacer llegar recomendaciones a los sanitarios desde la emoción.
Hacerlo a través de ilustraciones era necesario para conectar desde esa parte humana que tanto nos está faltando,
nos explica Irene.
¿Cómo está afectando esta situación a nuestra salud mental?
Según los artículos publicados y el feedback que estamos viendo en el hospital, la gran mayoría de la población está sufriendo ya insomnio. Es de las primeras cosas que aflora. También se experimenta mucha ansiedad, de forma basal o en forma de crisis o ataques de pánico. Es la respuesta que se genera ante una situación de descontrol, ante señales de alerta exteriores que se perciben como amenazantes.
Además, ahora está empezando a suceder lo que ya vieron los especialistas de la Salud Mental en China: tras tantas semanas de confinamiento se empieza a presentar en algunas personas desgaste emocional o incluso episodios depresivos con anhedonia, que es la falta de interés por cosas, situaciones o actividades que antes se experimentaban como placenteras. Esto también se denomina embotamiento afectivo. Es muy angustiante porque la persona se da cuenta de que es incapaz de experimentar aquello que experimentaba previamente, y se siente vacía. Hay personas que ya están empezando a notar falta de energía, se sienten desvitalizadas.
¿Influye en ello que el confinamiento haya coincidido con la llegada de la primavera?
Sí. Aunque pueda parecer que la llegada del buen tiempo puede alegrarnos, lo cierto es que los trastornos afectivos suelen presentar un pico de incidencia en primavera, similar a lo que ocurre en otoño. Es una época en la que personas con ciclotimia, trastornos bipolares o depresiones unipolares pueden empeorar.
Además, el buen tiempo en el exterior, cuando no se puede acceder a él, puede aumentar la sensación de encierro.
¿Cómo librarnos de esta situación de agobio?
Hay dos mecanismos de defensa a los que los seres humanos estamos recurriendo durante esta crisis para protegernos: el humor y la sublimación, que son dos de los mecanismos de defensa que denominamos “maduros”.
Freud decía que la sublimación es uno de los mecanismos de defensa más potentes del que disponemos y, realmente, estamos viendo que en esta situación excepcional se ha activado un motor creativo potentísimo entre la población: la gente está pintando, cocinando, escribiendo…
Esta explosión creativa no responde solo al hecho de querer rellenar el tiempo: es una forma de autodefensa para liberar el malestar. Muchas personas se están empezando a sentir mejor a través de la expresión artística.
¿Por qué la creatividad nos puede ayudar tanto?
El otro día escuchaba varias entrevistas a escritores con motivo del Día del Libro. Muchos de ellos coincidían en una cuestión: están teniendo menos dificultades para adaptarse a este confinamiento porque están muy acostumbrados a conectar con su mundo interior y a generar historias que les permiten evadirse.
Cuando pintamos o imaginamos escenas generamos narrativas alternativas.
Nuestra imaginación nos saca momentáneamente de lo que estamos viviendo. Nos da un respiro. La mente tiene esta magnífica capacidad de hacernos salir de las cuatro paredes en las que estamos sin tener que cruzar la puerta de nuestra casa.
Este mecanismo se ve mucho en psicología en las personas abusadas, que suelen desarrollar una gran capacidad imaginativa porque es una salida a su sufrimiento. Lo cual no significa que eso no conlleve también sus contras, hablamos de disociación. Esto, en cierto modo, nos está ocurriendo también a nosotros ahora.
Es como si funcionáramos con dos partes diferenciadas dentro de nosotros mismos que nos permiten desconectarnos cuando existe demasiada carga emocional, sobre todo dolorosa. Así pues, lo que se está viendo en esta crisis es que el arte (o la cultura, en general) no es un lujo. Es una necesidad vital.
¿Por eso en la guía que se ha elaborado desde el Hospital Río Hortega de Valladolid se ha recurrido a las ilustraciones para acompañar psicológicamente a los sanitarios del hospital?
Era la forma más humana que se nos ocurría de hacerles llegar el mensaje. Los seres humanos nos comunicamos por medio de diferentes lenguajes cuando la comunicación es presencial: hay una comunicación verbal y otra no verbal. Pero en estos momentos las comunicaciones no son presenciales y el lenguaje escrito no llega de la misma manera.
Las ilustraciones son representaciones artísticas que nos dan la oportunidad de transmitir de forma visual, de darle al mensaje esa parte humana del código de la comunicación que nos está faltando en el texto.
Lo que nosotros explicamos con palabras, los ilustradores lo vinculan a una imagen y así el sentimiento viaja de persona a persona. La emoción se traspasa directamente.
Con las palabras hacemos que la emoción pase por el filtro de la escritura, y por ello no llega tan directamente.
Psicoanalíticamente hablamos de que el artista es capaz de vehicular su pulsión, generalmente más intensa, y despojarla de aquello que la hace excesivamente personal para que los extraños podamos gozar de ella. Es como si saltara de inconsciente a inconsciente.
Entonces, ¿se trata de arropar el mensaje?
Diría que es una forma de transmitir la emoción. Los ilustradores, en realidad, son personas que trabajan con emociones como materia prima. El resto de los mortales estamos más en el terreno de la representación domesticada, es decir, los sentimientos. Uno puede ver una obra y sentir sin ni siquiera saber anudar palabras a eso, y de eso es de lo que se trata precisamente. Tienen un bagaje sensitivo muy importante.
La psicología analítica sostiene que para que una terapia funcione no solo hay que poner en práctica lo aprendido en la universidad, hay que acompañar al paciente teniendo en cuenta las experiencias vitales que nos han sido prestadas en un momento determinado. Los artistas tienen una vida en comunidad muy rica, están en contacto directo con personas, con vivencias… Por eso su trabajo para transmitir las emociones resulta muy potente.
Una imagen vale más que mil palabras.
Desde luego. Por ejemplo, en una de las ilustraciones de la guía se representa muy bien cómo los sanitarios pueden estar enfrentándose a esta difícil situación de formas contradictorias. En la imagen se ve a una persona dividida en dos: a un lado se muestra imperativa, irritable; al otro, aletargado y confuso. El sanitario que se topa con ella, enseguida puede identificarse a un lado u otro. En un segundo entiende de qué manera le está afectando a él ese estrés.
También hay otra ilustración en la que se habla de la adaptación a la escucha. Se ve una figura sin orejas y otra sin boca en sintonía y donde la complementariedad suple la carencia. Es una manera muy potente de transmitir que cada persona tiene unas necesidades a la hora de compartir la emoción.
Como los sanitarios, muchas personas están necesitando ayuda emocional para superar esta situación. ¿Cómo podemos ayudarles?
Depende de la persona. Hay gente que piensa que se puede ayudar a todo el mundo por igual. Pero hay personas a las que le ayuda sentirse acompañadas pero no les gusta ser constantemente interrogadas. Algunas prefieren que hables con ellas y les preguntes. Otras no tienen dificultades para buscar ellas mismas un espacio y comunicar.
A veces solo necesitamos que nos recuerden que no estamos solos. Hay una ilustración en la guía que me parece preciosa que muestra la figura de un médico con un montón de dedos de colores por detrás, simbolizan manos. Es una metáfora muy bonita para explicarles que no deben sentir sensación de fracaso, que nadie les preparó para esto y que tienen el soporte de la población. Esa imagen reconforta. Yo misma la miro cuando me siento desbordada.
Sin embargo, hay que recordar que no solo se trata de dejarse ayudar, también hay que ayudarse a uno mismo. Entre el personal sanitario esta parte es básica, y se lo hemos querido transmitir.
¿De qué forma deben ayudarse?
El autocuidado es esencial. Es importante empezar la casa por los cimientos y no por el tejado. Si todos los días te marcas algunas rutinas, intentas dormir y comer bien y te concentras en algún objetivo sin intentar abarcar demasiado… es más probable que no llegues al colapso.
Es básico que se cuiden antes de sentir que están mal, que dejen momentos para la introspección: para pensar en cómo se sienten, para escucharse, para analizar las sensaciones que han ido sumando a lo largo del día, del confinamiento… Deben conectar la parte corporal con la emocional porque si no eso, a la larga, hace que la persona se disocie y no pueda funcionar.
A estas alturas del confinamiento, ¿los médicos dan muestra de esa disociación?
Al principio había tantos frentes abiertos y tanta dispersión que era muy importante para ellos poder centrar la atención para no llegar a una situación de fatiga mental y de colapso. La sensación de cansancio era elevada. Pero, por otra parte, el estar tan ocupados los desconectaba del plano emocional: estaban totalmente centrados en ser eficaces sin mirarse a ellos mismos.
Ahora algunos médicos, no todos ni mucho menos, empiezan a sufrir agotamiento emocional porque siguen en contacto con mucho sufrimiento y tensión pero el nivel de estrés se ha rebajado y ahora está empezado a aflorar en ellos la parte más psíquica.
Es lo mismo que suele ocurrir, por ejemplo, cuando se sufre un accidente. Al principio la persona puede entra en shock y no lo registra pero, una vez está fuera de peligro, de repente todo sale a la luz.
–¿Esta va a ser una experiencia traumática para muchos?
–No todo el mundo va a salir traumatizado de esta situación. Que una persona desarrolle un trauma, o no, dependerá de sus experiencias previas, de su situación, de sus características personales… El psicoanálisis defiende precisamente que una experiencia, sea la que sea, no es traumática por sí misma, ni traumatiza a todos por igual. En otras palabras, no hay un trauma típico y cada individuo presentará una reacción genuina y singular frente a una situación que puede ser traumática o no.
Será un error que, pasado este periodo, ante cualquier síntoma mínimo que presente una persona, se decida medicalizar. Ciertas personas podrían desarrollar un duelo, de las cuales algunas lo harán de forma patológica. Lo primero a hacer es acompañar con terapia psicológica y solo en pocos casos tratar psicofarmacológicamente.
La mayoría de las personas superará las posibles emociones que surjan con el tiempo. El ser humano tiene una capacidad de adaptación muy grande. Desde luego, las personas que se ocupen de sus emociones durante estos días tendrán más opciones de evitar el trauma.
¿Nos estamos ocupando de ellas?
Afortunadamente, estamos en un momento en el que se empieza a dar importancia a lo psíquico. Creo que la gente está concienciada de que es importante cuidar esta parte. Las personas están desarrollando la capacidad de conocer más sobre uno mismo, sobre lo que encierra su inconsciente, que es el principal objetivo de cualquier terapia de corte psicoanalítico.
La gente está en un momento de apertura y cuando las personas aprenden a conocerse mejor es más fácil que, si se presentan emociones debido al confinamiento, sepan gestionarlas mejor.
¿El haber tenido la oportunidad de conocernos mejor es el lado positivo de esta pandemia?
Espero que no sea el único aspecto positivo. Esta está siendo una oportunidad excelente para preguntarnos individualmente qué nos está pasando como sociedad.
Este virus nos ha obligado a volver a confiar, y no desde la fe sino desde la necesidad pura y dura, en lo colectivo. Porque aquí lo individual no funciona y no sirve absolutamente para nada. Habíamos perdido por completo el aparato psíquico colectivo y este virus ha hecho que lo recuperemos un poco.
Hemos experimentado un cambio en la velocidad de las cosas que íbamos necesitando. No nos podíamos permitir parar porque, en un mundo tan competitivo, capitalista y globalizado, si los demás no paraban, nos quedábamos atrás. El materialismo llenaba de objetos nuestra vida vacía y, de repente, hemos tenido que enfrentarnos con nuestro propio vacío para procurar llenarlo de algo que no fuera material.
Esta pandemia nos ha devuelto la oportunidad de conectarnos con nosotros mismos, de conocer a nuestros vecinos, a quienes viven al otro lado del rellano y que ahora nos saludan desde el balcón. Habíamos olvidado que necesitamos de lo cotidiano. Ahora realizamos llamadas a nuestros seres queridos a diario, cuando antes quizás no teníamos tiempo, o creíamos no tenerlo.
El discurso psicoanalítico aboga por eso, es una salida posible a la dinámica que veníamos siguiendo, ya que es capaz de generar un deseo genuino que sustituya al deseo de objetos o cosas que sostiene el capitalismo. Un psicoanálisis puede precisamente producir en un sujeto un cambio de su deseo que apuntará a otra dirección, y que es en último término lo que le mueve en la vida.
¿Qué vamos a hacer con todo esto? Estamos construyendo ya, desde la cuarentena, nuestro futuro. Y aquí vuelve a ser importante la imaginación: nos permite fantasear ya con la idea de cómo nos vamos a reinventar. Ya solo quedará ponerlo en práctica cuando todo esto pase, siendo las personas las verdaderas protagonistas de la historia.
Por Sira Robles
03/05/2020
Fuente: Revista Mente Sana
Los cuidados, vistos desde el arte
La guía para ayudar a los sanitarios a combatir la sobrecarga emocional elaborada en el Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid incluye ocho ilustraciones de gran impacto emocional que transmiten aspectos básicos que deben tener en cuenta para mantener su bienestar.
Los autores de las ilustraciones (Victoria Alonso, Cinta Arribas, Eloy Arribas, Paula Domingo (La niña), Estela Labajo Duque, Ana Nan, Chucho Nieto y Pablo Saulo) nos han explicado cómo lograron conectar la emoción con el mensaje.
Perspectiva, por Estela Labajo Duque
Una de las utilidades del arte es que puede representar conceptos complejos de forma cercana a la emoción y la mente de muchas personas. Solo hay que observar y dejar que la imagen nos cuente. Sin ánimo de impedir esa experiencia personal voy a explicar lo que hay detrás de esta ilustración:
Quise poner en valor al ser humano que habita debajo de su traje protector de médico. La condición humana que nos recuerda nuestros propios límites, obvios en esta situación excepcional, pero que también nos habla del apoyo del colectivo humano, del calor del grupo como ente global, que reconoce y agradece su trabajo y esfuerzo. Las manos son el refuerzo y la confianza a sus espaldas y son alas capaces de levantar la emoción. Ese apoyo le reconoce como agente de algo mayor que sí mismo y que le da perspectiva.
Introspección, por Paula Domingo (La niña)
En mi trabajo suelo utilizar la representación del cuerpo para trasmitir emociones y sentimientos. Esta postura nos recuerda casi en su totalidad a la posición fetal, desde la que el ser humano de manera instintiva y primaria busca seguridad. Seguridad clave para poder hacer ese ejercicio de introspección y conexión con nosotros mismos.
Las manos también son un elemento a destacar, ya que he dedicado tiempo y precisión para crearlas y darles un lugar destacado; considero que representan la gestión emocional. Las formas circulares, por su parte, simbolizan aquello a gestionar.
Información y uso de redes, por Pablo Saulo
La idea para esta ilustración vino muy rápido y apenas le di vueltas. Me pareció la manera más clara y entendible de hacer llegar el mensaje de que es importante mantener también un tipo de higiene en el manejo que hacemos de los móviles y la información que nos transmiten. Cuidar de la salud mental también implica establecer nuestros propios límites y filtros al torrente de esa información que recibimos y que, queramos o no, nos va a provocar una respuesta emocional. Por eso juntar la mascarilla, uno de los símbolos estrella de la pandemia, y el teléfono móvil creo que sugiere esta idea de un vistazo.
Autocuidado, por Cinta Arribas
Cuando Irene me propuso participar en la guía me pareció una gran idea y a la vez un reto, por lo delicado del momento. El concepto de Autocuidado me gustó desde el principio, aunque es complicado de representar, ya que hay muchas maneras de cuidar de uno mismo.
La idea es que para ayudar a otros primero hay que atender tus propias necesidades, porque si no estas bien física y mentalmente no vas a ser capaz de cuidar de los demás. Por eso hice un personaje solo, en un contexto y con una ropa que no es la del trabajo. Me imaginé a la protagonista de la ilustración como si fuera una trabajadora del hospital que llega a su casa, se pone ropa cómoda y se da un largo abrazo. Ese símbolo me pareció que resumía mejor que ninguno el concepto. Y la rodee de plantas para reforzar la sensación de armonía.
Focalizar la atención, por Eloy Arribas
Con esta ilustración he querido reflejar la necesidad de abstraer la atención para centrarse en la actividad que se está realizando. En un panorama tan excepcional como en el que estamos es fácil dispersar la atención en los cientos de estímulos que nos rodean: querer solucionar la situación por uno mismo no solo es absurdo, es imposible. Centrémonos en nuestra tarea y, colaborando entre todos, podremos llegar al objetivo. En este caso mi tarea estaba clara, y coloqué sobre mi mesa a este personaje ajeno al mundo que le rodea y absorto en su cometido.
Adaptar la escucha, por Chucho Nieto
Con esta ilustración buscaba incidir en la importancia de entender la comunicación desde el punto de vista de la persona que habla. Así, los protagonistas actúan a modo de puzle en un intercambio de escuchas donde el contacto visual, la sonrisa y una postura receptiva ayudan a poner el foco en un momento vital en el que la empatía resulta imprescindible.
Ayuda, por Victoria Alonso
Pedir ayuda nunca es fácil. A veces por vergüenza o por culpa creemos que no podemos permitírnoslo porque tenemos que ser fuertes y afrontar todas las situaciones, imperturbables. Si eso ocurre en el día a día y en la normalidad, ¿cómo imaginarse el torbellino de sentimientos detrás de algo tan complejo como pedir ayuda en una situación tan delicada?
Para perder el miedo a pedir ayuda es preciso tener esa certeza de que alguien te va a tender la mano en respuesta, aunque tenga que ser, como en este caso, con medidas higiénicas y guantes de por medio.
Echar una mano es una expresión muy visual, casi tanto como echar un guante; la ayuda demuestra que, aunque no pueda haber contacto físico, siempre hay afectos.
Comunicación y apoyo mutuo, por Ana Nan
En estos momentos de crisis en los que abrazarse físicamente conlleva graves riesgos, la comunicación de nuestras vivencias y sentires es primordial para mantener la salud mental. Por ello, es importante apoyarse en los compañeros que viven situaciones similares a las nuestras y en las personas cercanas que nos quieren. ¡Abracemos al otro a través de la comunicación!