Empezamos el segundo año de la primera edición del Máster de psicopatología y clínica psicoanalítica con fuerzas renovadas. En las clases de este fin de semana hemos hablado:

De psicopatología infantil con Fernando Martín Aduriz, quien planteó que «debemos promover que el niño se ubique como el sujeto de su deseo y no como el objeto de goce de sus padres».

De bouffées delirantes con Roberto Martínez de Benito, con quien debatimos sobre la posibilidad de contemplar cuadros en los que aparezcan delirios agudos con una supuesta restitución ad integrum del estado previo al brote.

Y, finalmente, de delirios crónicos con José María Álvarez, quien enumeró 7 características esenciales compartidas por todos los delirios (exceptuando los melancólicos, que deben ser estudiados aparte):

  1. Cumplen una función favorable, aportando una significación ante el estado de perplejidad
  2. En realidad son todos interpretativos
  3. Parten de una certeza o axioma inicial, en forma de un “fantasma real” (no sólo los pasionales, como pensaba Clérambault)
  4. Se construyen con dos elementos. Por una parte la revelación, que es incorregible, y por otra el razonamiento, es decir, los puentes que tiende el sujeto a partir de este axioma inicial, los cuales sí pueden ser corregidos
  5. Inicialmente el sujeto es el objeto de la maldad del Otro, que le persigue por lo que no puede aceptar de sí mismo
  6. De esa persecución puede pasar a la megalomanía mediante un cambio de posición subjetiva, normalmente a través de una misión redentora
  7. Ese cambio de posición demuestra que la misión es el reverso de la persecución