Tras veinte años en la dirección del Hospital Villacián de Valladolid, recientemente ha asumido la jefatura del servicio de Psiquiatría del Hospital Río Hortega. Además de toda una vida profesional dedicada a los enfermos mentales, Fernando Colina escribe. De su colaboración semanal en El Norte de Castilla acaba de publicar una recopilación de artículos en el libro De locos, dioses, deseos y costumbres, lo que le ha valido el Premio Miguel Delibes de narrativa 2007
— Los locos le sugieren inteligencia, sabiduría. ¿Son en cierto modo dioses?
Muchos de ellos, sobre todo los esquizofrénicos, se pueden sentir dioses, sobre todo con delirios de tipo omnipotente hay una tendencia al endiosamiento, o por lo menos cierta rivalidad con figuras máximas.
— ¿Pero usted les ve como dioses?
¿Y por qué no? Son personas con una profundidad muy fuerte y con una visión de las cosas bastante particular. No son solamente locuras, sino otra manera de ver y entender las cosas que te enseña mucho.
— ¿El día a día es tanto deseo como costumbre?
Creo que sí. De hecho, y desgraciadamente, el deseo se convierte en rutinario y se transforma en hábito. Sin embargo, el deseo no toma ese hábito entre los locos, porque son los más excluidos de esta estrategia nuestra del deseo en el sentido que nosotros lo entendemos. Para ellos es muy difícil plantear la seducción, la conquista, la graduación del deseo, por lo que en ese sentido son dioses. Van a la totalidad, a lo absoluto, lo que dificulta mucho la relación con otras personas. El loco lo quiere todo, no se conforma con ser un ser humano corriente, no ha conocido lo relativo, un cariño bien administrado, no sabe conquistar, no sabe seducir… Nosotros nos enganchamos un poco más a las costumbres.
— ¿Qué lleva con más probabilidad a la enfermedad: el deseo inalcanzable o la imposición de la costumbre?
Si es un deseo permanentemente inalcanzable pero dentro de unos límites lleva a la normalidad. Pero si un deseo se convierte en infinito, lleva a la locura.
Por Henar Sastre
Fuente: El Norte de Castilla