Judith Miller, rebelión y contagio

Pidió conocerme. Corría 1999, diciembre, y acababa de estar leyendo una ponencia en las Jornadas del Campo Freudiano en La Habana. Allí había hablado con unos psiquiatras nicaragüenses que pensaban que yo pertenecía al Campo Freudiano, (en realidad solamente había fundado el GEP de Castilla y León con José María Álvarez tras habernos conocido en las Jornadas de Barcelona de 1998), pero era evidente que tarde o temprano el Campo Freudiano iba a ser nuestra casa, y en La Habana, a su vez, esos colegas nicaragüenses estaban también pensando entrar a formar parte del Campo Freudiano. Se conoce que hablé con pasión del futuro que nos aguardaba, que ellos me nombraron, y entonces Judith Miller se puso en contacto con Gustavo Dessal para saber quién era ese tal Aduriz, procedente de Castilla. Acepté de inmediato, iba a tener una entrevista con la hija de Lacan, el psicoanalista al que había dedicado años y años de estudio y de lecturas.

En esos días de diciembre, puente de la Constitución en España, me presenté en París para comenzar mi segundo análisis, y mi analista supo darme un respiro en las primeras entrevistas, fulminantes, eléctricas en comparación con mi primer análisis en Madrid, y de ese modo pude acudir a la cita con Judith Miller en la Rue de Assas. Su simpatía y sonrisa fueron impactantes para mí. Le hablé de los proyectos para Castilla y León. Y capté ese punto de rebeldía en lo que decía, como si fuéramos a iniciar un combate, pues hablaba en esos términos, de reconquista. Y no sólo me pasó su rebeldía, me pasó también un contagio que aún dura, la lucha tenaz, silenciosa, sorda pero sin concesiones por la causa del psicoanálisis. De aquel 7 de diciembre de 1999 a la triste noticia de su fallecimiento otro 7 de diciembre de 2017 he vivido otros dos momentos inolvidables con Mme. Judith Miller, presidenta de la Fundación Internacional del Campo Freudiano, agitadora constante, animadora de bibliotecas, de revistas, de encuentros.

En París en 2002, en unas jornadas con otras muchas asociaciones de psicoanalistas de muchas escuelas, coincidí al fondo de una sala con pantalla gigante con Judith y su manera rebelde de acoger lo que se decía provocaba no sólo el buen humor, sino la admiración por su rebeldía insobornable.

En Sevilla en 2011, en un Foro, yo era responsable del Gabinete de Prensa de la ELP, y esperando que la entrevistara la Prensa, tomamos un café, donde todas sus preguntas demostraban su interés por todo lo que habíamos ido construyendo en Castilla y León, especialmente la Biblioteca, que tanto gustaba de ver crecer en todo el mundo, especialmente en países de la Europa del Este, y en países como Cuba.

«Si bien Lacan da pie a la calumnia,… si se difama tan fácilmente a Lacan, es por su rebelión contra lo que vale para todo x, su rebelión contra un universal perezoso. La posición de un hombre rebelado contra el universal no deja de tener afinidad con la de las mujeres. Eso se demuestra en el álgebra de Lacan». Así lo dejó escrito Jacques-Alain Miller en Vida de Lacan. No encuentro mejor manera de evocar a Judith Miller, rebelde y que contagiaba amor por la causa de Freud. Que era la causa de su padre, de Jacques Lacan, y de todos los que amamos el psicoanálisis, y hemos obtenido el legado de contagiar a otros. Gracias emocionadas al ejemplo de Judith Miller. Y lo mejor que propongo es también leer sus escritos, están llenos de ideas sugerentes, y de… rebeldía contagiosa.

Por Fernando Martín Aduriz. Psicoanalista en Palencia