Ana Elúa Samaniego, especialista en Psicología clínica, inauguró la pasada semana las conferencias de los viernes del Servicio de Psiquiatría y Psicología clínica del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid. Con el título de «Tiempos difíciles para la identidad», Elúa habló de la elaboración identitaria en la adolescencia en los tiempos cambiantes e inestables, donde el adulto al cual vincularse desaparece de la escena, dejando al joven desamparado ante la búsqueda de sí mismo.

Se ha centrado en las consecuencias actuales que este periodo evolutivo trae a la identidad personal. Lo ha hecho a propósito de dos personajes antagónicos de la novela de William Golding El Señor de las Moscas, unos muchachos prepúberes que sobreviven tras un accidente en una isla perdida sin adultos que les acompañen. Compara esta escena literaria de abandono e incertidumbre con los tiempos líquidos e inciertos en que vive el adolescente actual. Tiempos donde proliferan las identidades inestables y frágiles que se manifiestan tras la violencia, la anorexia, los trastornos de la identidad sexual o las actitudes dogmáticas y arcaicas en la juventud.

Ana explica que «a pesar de ser una de las generaciones más seguras» los padres proyectan sobre el niño sus temores, educándoles para que cumplan con el ideal de ser los mejores, perfectos, sin fisuras. Los niños se convierten en el sostén narcisista de los padres.

Para Elúa los personajes de Ralph y Jack representan dos formas de hacer la transición de la infancia a la adolescencia. El primero simboliza una buena elaboración de la adolescencia que consigue dar una continuidad de sí mismo, resignificando su pasadoy proyectándose hacia un futuro. Ralph, tras el gozo primero de encontrarse sin adultos en la isla, es decir, libre y sin castigos, se encuentra con la realidad de que no sabe dónde está y qué será de su suerte. Esto le obligará a cuestionarse a sí mismo, a sus progenitores y sus ideales. En cambio, el segundo de los protagonistas personifica a esos jóvenes que presos de un narcisismo frágil y bajo la constante amenaza de abandono deniegan sus sentimientos de pequeñez e intentan identificarse con características idealizadas y buscar la exclusividad en el amor.