La forma en que está estructurado el nuevo libro de Fernando Colina (consta de 24 capítulos cortos) y la sabiduría que contiene me han recordado a los ensayos de Michel de Montaigne. Se ha dicho que Montaigne introdujo el ensayo como forma literaria. En ese sentido, el psiquiatra y escritor vallisoletano es su sucesor.

Después de Deseo sobre deseo (Cuatro Ediciones) y Melancolía y paranoia (Síntesis), Colina vuelve a la palestra con un ensayo sobre la locura, un término, como la histeria, en peligro de extinción. A lo largo de 158 páginas, Colina reflexiona sobre la relación de los locos y el lenguaje, la inmortalidad o Dios: «Entre los locos no hay ateos», escribe, o «Todos los psicóticos» —como los cipreses, añado yo— «creen en Dios». La peculiar forma de aunar pensamiento y literatura que tiene Colina, a la que aludía en el primer párrafo, alcanza su clímax en el capítulo dedicado a la escritura y sus efectos balsámicos: «El acto de escribir es un lenitivo de gran trascendencia en la locura».

Mención aparte, por su relevancia, merece el capítulo que inscribe la locura en la historia. Para Colina, «La esquizofrenia no existe desde siempre, como pudiera pensarse si se tratara de una enfermedad estrictamente biológica (…) Su aparición es histórica». Así, la aparición de lo que hoy llamamos esquizofrenia no tiene que ver con virus o mutaciones genéticas, sino con nuestra forma de vivir: «Es recomendable aceptar que han surgido nuevas formas de soledad, división y melancolía que debemos estudiar, pues han concluido por provocar en algunos hombres la discontinuidad más radical que conocemos».

Esta idea no es la única que va en contra de la psiquiatría predominante, que pretende reducir la locura a una enfermedad médica. En Sobre la locura, Colina reivindica el derecho del loco a estarlo: «Hay algo que debemos reconocer: los locos no quieren dejar de estarlo (…) Ser loco no le gusta a nadie, pero estarlo puede ser una solución ingeniosa para paliar un fastidio mental demasiado intenso. No les gusta siempre, desde luego, pero a veces sí, o al menos a ratos». En relación con esto, el vallisoletano aboga por el arte de no intervenir, una apuesta por la libertad del paciente que a menudo olvidamos los profesionales de la salud mental. En definitiva, un libro plagado de reflexiones valientes y, ante todo, necesarias.

Pero, en contra de lo que pueda parecer, Sobre la locura no es un libro sólo para psiquiatras. Este libro le puede interesar a cualquiera que tenga curiosidad por el ser humano y sus heridas. Al fin y al cabo, la locura dice mucho de nuestra sociedad y, por tanto, de todos nosotros.

Por Rebeca García-Nieto

Fuente: El Cotidiano